| Si enseñamos a nuestros hijos a vivir con alegría y se la contagiamos, contribuiremos a que formen una personalidad sana, generosa y abierta.
Respeto
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| Tratar al otro tal y como desearías ser tratado tú. Respetar significa dejar que el otro sea el mismo, equivocarse y corregir sus errores y no colgarle constantemente etiquetas negativas ni tratar de que adopte su forma de ser y de comportarse a nuestro capricho.
Amor
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| Dar y enseñar un amor como algo permanente. Un niño necesita amar con confianza y pensar que el amor es tan seguro como el amanecer, como la salida del sol cada mañana. Sólo la seguridad en el amor le dará suficiente consistencia interna y confianza en si mismo, para afrontar las dificultades a lo largo de su vida con verdadera madurez.
Honradez
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| Honradez, integridad, sinceridad, coherencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. Que los demás puedan confiar en nosotros porque cumplimos lo que prometemos y respetamos lo que es de los demás.
Valentía
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| Valentía y valor para encarar las dificultades y contratiempos. El niño tiene que aprender a hacer cosas que no le gustan, pero que le convienen para su formación, y saber que las dificultades serán sus compañeras de por vida. Sólo con valentía y tesón logrará superarlas.
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